Sentarse a escribir ahora, en este preciso instante, es más difícil de lo que podría imaginar. Que salgan las ganas y las palabras, para crear cualquier entrada es fácil para mi, o eso creía, porque para esta me ha costado más de lo que podría imaginar y aún con todo, me sigue costando, porque es difícil darle carpetazo a un proyecto con el que llevas enfrascado de manera seguida, durante casi tres años y medio y que a su vez tiene prácticamente 6. Pero si hago esto, no solo es para regodearme en el sufrimiento que conlleva, sino, también para daros una explicación cómo dios manda, porque creo que los cuatro o cinco que habéis estado siempre aquí os la merecéis, así que toca contexto...
Hace mucho tiempo, incluso antes de que este espacio llegará a gestarse, en mi mente siempre había rondado la idea de dedicarme como hobby a la creación de contenido, concretamente al panorama audiovisual, lo que para aquel entonces, podríamos decir que era YouTube, sin embargo aunque siempre tuve muchas ganas, nunca me anime a dar salto, el anzuelo estuvo ahí, pero yo no piqué. El tiempo pasó, llegó 2017, descubrí a los vieja guardia de los blogs y gracias a sus grandes artículos, decidí sumergirme en este mundillo. Aún con ese arranque de motivación inicial, descubrí que escribir se me hacía un mundo, aparte de que no movía a la suficiente gente, para poder tener algo ni que sea parecido a lo que tuvieron aquellos que llegaron antes, así que, en 2018 tras dejar un par de artículos a trancas y barrancas, mi poco interés se desvaneció, por lo que dejé el espacio morir, sin ni siquiera alertar a los dos o tres que habían tenido la decencia de leerme. Durante ese lapso hasta principios del 2020, siempre tuve el resquemor de que no había hecho las cosas bien, ni le había dado la oportunidad que se merecía tanto a este espacio, cómo a la escritura, así que tras sentirme inspirado una vez más, por aquellos que vinieron antes y nos dejaron, decidí aún con todo en mi contra, resucitar Greybox el 6 de Febrero, de ese mismo año, época donde aún, la pandemia no se nos había venido encima, pero le quedaba nada para hacerlo.
Quizás fuese obra del destino o la suerte de estar en casa encerrados durante varios meses, pero en ese periodo, tanto la constancia, cómo la inspiración brotaron en mi y pude estar durante meses escribiendo entradas semana a semana. No había una en la que tanto yo, cómo este pequeño espacio faltáramos a la cita y aunque en sus inicios, no me leía ni el pirri, estaba ahí dándole candela a las letras, mostrándome a los demás y poco a poco encontrándome a mi mismo, tanto como consumidor, cómo creador de contenido, terminando de definir, el yo que soy ahora. El sufrimiento siempre estuvo ahí, pero aún con todo aguante, y así acabamos llegando a finales de 2021, al que para mí sería mí mayor punto de inflexión en mi breve pero corta historia cómo bloguero. El empezar en el mundo laboral, con horarios draconianos y con unas oposiciones que se me echaban por delante, terminaron de matar unas ganas, que cada vez se veían más mermadas por el estancamiento que tenía este espacio y la cantidad de ideas vertidas en él, que incluso con la mejor de las intenciones no iban a ninguna parte, dando lugar a uno de los artículos que a día de hoy más me arrepiento de haber escrito, pero que me sirvió para dar un paso atrás y entender en la situación mental en la que me encontraba de cara a este proyecto y cómo todo iba a acabar reduciéndose en mantenerse languideciendo una época mejor que nunca volverá, morir con el barco o bien continuar el proceso, con otro enfoque muy diferente.