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miércoles, 16 de marzo de 2022

¿Es tan malo? (IV): Hydlide


Es irónico lo que implica estar en el lugar y momento adecuados, puede conseguir para todos los ámbitos de la vida, incluido el hobby de los videojuegos. Desde estar atento como consumidor para obtener determinado producto a tiempo, hasta cosas que influyen en el éxito de determinadas obras, como ser el único exponente de tu género en determinada plataforma, venir en determinado idioma o incluso ser el primero de todos en llegar. Como caído del cielo, siguiendo a pies juntillas esta regla tuvimos The Legend of Zelda, para muchos padre, del ARPG moderno, de los juegos de aventuras, además de precursor de muchísimos elementos como son la exploración o la resolución de puzles entre otros. Y al igual que con la obra de Nintendo podemos aplicarlo a muchos otros videojuegos como son por ejemplo el primer Dragon Quest (Aunque para nosotros los europeos no lo fue en primera instancia) los primeros Castlevania u algunas joyas de la Mega Drive, que por llegarnos en aquel instante, con esa presentación y bajo el estandarte de aquella consola, a día de hoy, para algunos son auténticos referentes.

Sin embargo la historia del ocio electrónico es más amplia de lo que simplemente podríamos imaginar pese a su corta duración. En su haber han aparecido infinidad de títulos, alternativas o experiencias a contracorriente, que en un primer lugar uno ni imaginaria posibles, dándose situaciones que de ser examinadas, te hacen darte cuenta de las que concepciones que tenias sobre determinadas cosas, no es exactamente como uno creía haber tenido establecido todo este tiempo, pasa con una, pasa con todas y así es con el legendario juego de aventuras de Shigeru Miyamoto. Mientras el creativo pasaba horas formulando las mecánicas necesarias para conformar su aventura, ya en las tierras del sol naciente habían surgido otros que al igual que él, inspirados por la fantasía, la niñez, el descubrimiento de aquello oculto y por determinados referentes conformaron una serie de productos que se parecen más a la primera aventura de Link, más de lo que nos gustaría admitir.

Entre esos alumnos, hay dos que se destacan especialmente entre los demás: Tower of Druaga y Hydlide. El primero a su vez es padre de muchas de las concepciones que luego tomarían como suyas obras de estudios como Nihom Falcom en sus orígenes, mientras que la segunda es para los pocos que la conocen sinónimo de una oportunidad desperdiciada, cachondeo e incluso es más considerado un pobre imitador, que autentico pionero en todo un género. Como ya dije una vez, el tiempo es inmisericorde para todos, por lo que tanto los años pasados, como nuevos jugadores que lo han descubierto, no han hecho más que acrecentar esa sensación, que asfixia al trabajo de Tokihiro Naito, impidiéndole llegar a ser algo más a ojos de mucho de nosotros, relegado a ser por siempre un producto de segunda, tercera o hasta cuarta fila.

¿Pero es realmente Hydlide una autentica basura? ¿Es una genialidad? ¿O un incomprendido? Para más muestra, es hora de que viajemos una vez más al pasado, en esta ocasión a 1984, cuando nació esta curiosa IP...

domingo, 8 de agosto de 2021

Las Malas Praxis del coleccionismo de videojuegos


Los videojuegos como todos los ocios, tiene su historia y con ella, sus hitos, obras maestras a la vez, que diversas generaciones tanto de jugadores como de maquinas, que han ido sumándose a sus páginas. Muchas veces en esta casa, siempre me he enfocado en el jugador más moderno, con su enfoque siempre hacia el futuro, siempre centrado en el aquí y en el ahora, pero existir, existe mucho más. La magia de este arte, es que al ser tan interactivo, permite a muchos tener grabadas a fuego experiencias que una vez los hicieron soñar o bien hacerlos descubrir cómo funcionaban obras de hace lustros, bien sea con el poder de la cartera o la emulación. El llamado jugador "retro" o en caso de que pague productos más clásicos, haga listas y amontone cartones en estanterías, es apodado "coleccionista" (Aunque con matices, claro está)

Todos estos señores, con el titulo autoimpuesto muchas veces de jugadores de la vieja escuela, también tienen su propia forma de proceder, sus propios valores y sus vicios particulares a la hora de enfrentarse a este nuestro hobby, centrándose mucho más en todo lo que vino antes, que en lo que esta por venir, con una visión mucho más hermética, más centrada en desempolvar viejas reliquias, conservar antiguas glorias, en muchas ocasiones en determinados estados de perfección, sin saber tan siquiera que es lo que hay verdaderamente dentro de la caja. En muchos de ellos, por supuesto con esa aura de prepotencia, combinada con falta de decoro, tan característica que suelen emplear también esos jugadores más rabiosos, solo centrados en lo nuevo, de los que tanto yo, como los más veteranos, nos quejamos en innumerables ocasiones.

Es irónico, pero incluso con sus propios problemas asociados, el coleccionismo, tiene una gran cantidad de aficionados, que a la hora de proceder con otros, ya sea intercambiando impresiones, apreciando material, adquiriendo o consumiendo objetos relacionados con su hobby, provocan situaciones incomodas, malestar o incluso momentos más cercanos a las jerarquías de jugadores, que se ven tanto en los asuntos de la dificultad en el videojuego, cuando se trata de medir que está bien o mal, en una afición dentro de otra propia, que por supuesto, como pasa siempre, poco o nada les debe, más allá del puro entretenimiento, ligado a la realización de gameplay, trama o ambos combinados, del producto audiovisual medio de este sector. Una situación, la cual no parece que vaya a mejorar demasiado con los años, pero de la que por una vez, me gustaría exponer mi propia visión, porque siempre nos centramos en lo más actual, pero lo clásico también importa, junto con el trato que se le de.

Sí alguien centrado en la preservación del medio, ya sea como afición personal, o no, lee mis palabras, quizás no esté de acuerdo con todo lo que vaya a exponer aquí, pero como todo, cada uno de nosotros podemos tener, nuestra propia visión y pienso que si no se exponen estas malas praxis, poco podremos hacer, para tenerlas, aunque sea visualizadas. Así que sin más dilación... ¡Allé vamos!