domingo, 13 de junio de 2021

Mis disculpas a Kingdom Come Deliverance


Los que llevéis tiempo leyendo mis andaduras por las redes y sobre todo por el blog, sabréis que soy un obseso de la cuarta entrega de The Elder Scrolls, pero sobre todo que esta, cambiaria mucho mi percepción sobre los videojuegos, especialmente sobre los relacionados con el RPG, en menor o mayor medida. Aunque no consiguiera hacer clic, con Skyrim, siempre estuve buscando una obra similar a Oblivion, que pudiera dejarme las mismas buenas sensaciones, que tantos años atrás tuve, así es como en el 2018 me vi atraído por la opus magnum de Daniel Vávra.

Sin embargo, como viene ya sucediendo con los candidatos de estas entradas, tampoco conseguí conectar con el juego. En mi imperiosa necedad, lo compre prácticamente de salida, dejándome llevar por el hype, dándome la hostia al poco de jugarlo, llegando a la conclusión de que no era capaz de entrar ni por lo sistemas que comulgaba, ni por la intensa cantidad de bugs, que poblaban la experiencia. Kingdom Come acabo relegado a la estantería y posteriormente al cajón de los juegos de segunda mano, de un GAME, de mi localidad. Pero aun así, una espinita se me quedo clavada, el tiempo paso, probé otros videojuegos, mientras WarHorse, arreglaba el juego y la necesidad de darle nuevamente una oportunidad, regresó.

Por desgracia, la suerte no estuvo de mi parte, y desaproveche muchísimas oportunidades de jugarlo, primero por llegar tarde a la oferta de la Epic Store y posteriormente por tardar demasiado en empezarlo en el Game Pass. Nuevamente el tiempo paso y aunque el juego ocupa leves retazos de mi memoria, jamás parecía que llegase el día para catarlo, hasta que, este año, unos amigos, sin saber muy bien que regalarme, irónicamente, acabaron dando con la clave. Y como quien no dice la cosa, acabe conectando con la obra, de una forma, que no imaginaria...

Hoy nos toca pararnos un poco a ver, como ha evolucionado las desventuras de Henry, especialmente en su versión completa, pulida al máximo, convertida en un juego de culto, varios años después con una secuela cada vez más a la vista.

domingo, 6 de junio de 2021

Reversal


Alerta: Debido a la naturaleza narrativa de Reversal, su duración y experiencia en base a escasas interacciones es imposible hablar de él sin caer en algún otro detalle que se podría descubrir llegando virgen a la experiencia. Si lees más allá de este punto, no digas que no te he avisado...

Nuestra manera de afrontar el terror ha cambiado, mientras en las primeras producciones que existían ya fuera en formato escrito o audiovisual, era la atmosfera y el adecuado uso de los diferentes elementos que la conformaban vitales, para producir pánico o tensión, preparando para el momento en el que se destruyera el status y se mostraran las pesadillas que los autores sabían que podían sobresaltarnos, hoy todo eso ha cambiado. Mientras la literatura sigue utilizando las corrientes establecidas, el mundo del cine, pero sobre todo de los videojuegos ha virado en otra dirección, en la del susto fácil.

La cultura del jumpscare ha aflorado en los medios, teniendo todo tipo de obras, que encaminan al espectador a el susto, con un ambientación justa, pero lo suficientemente terrorífica para servir al sobresalto al susto vacío, sin tener mucho más que ofrecer. Las VN esa frontera entre el videojuego y la novela más clásica, durante mucho se ha mantenido ajena a todas esas convenciones, como si de un juego de terror de finales de los noventa, se trataran, utilizando el suspense y el contexto para conformar sus intenciones, siendo trabajo del lector, unir piezas para conocer el verdadero pavor.

Queriendo sentar un precedente a la par que desligarse de otras de su genero, Reversal trata de hacer sentir incomodo, a través del sobresalto, de la sangre, pero sobre todo de una historia que tantas veces se ha contado y tantas veces suele acabar de la misma manera para todos, tanto para aquellos que la protagonizan como para aquellos que la ven como espectadores, aunque esta vez, intenta utilizar sus medios de una forma algo más imaginativa, el resultado no es todo lo positivo que esperaríamos...

domingo, 30 de mayo de 2021

El videojuego como vía de escape


Hace más de un año, nuestra forma de ver la vida, dio un giro de 360 grados, con la llegada de la pandemia global a nuestro día a día. Millones de personas encerradas en sus casas a las que se les caía el techo, sin nada más a lo que aferrarse que no fuera intentar dejar la mente en blanco con actividades que les permitieran evadirse, ponerse en forma o por lo menos hacerles el tiempo más llevadero. Entre todas ellas, las que más destacaron fueron los propios videojuegos.

Muchos ríos de tinta se han escrito sobre juegos que nos ayuden a pasar duros momentos, que simplemente nos permitan evadirnos de la realidad, haciéndose especial hincapié en los que ayuden para el momento que he comentado, que lejos de desaparecer completamente siguen permeando la actualidad. Sin embargo, la función evasiva, que tiene nuestro medio es inherente a él, junto con la mayoría de sus títulos de una forma u otra, pero es ahora cuando vivimos lo que vivimos que de verdad nos paramos a apreciar lo que eso significa y buscamos determinadas obras que por su ambiente, mecánicas, tramas o todos estos elementos combinados consigan propiciar un remanso de paz, donde este más en alza, el confort que la violencia.

Consideramos a obras como Animal Crossing, Stardew Valley o Slime Rancher, cénit de esta nueva formula, de este nuevo espacio comfy, de ese remanso donde perder horas y horas de tiempo donde dejar de sentir que el mundo se nos echa encima; pero como ya he dicho existe mucho más, ya que desde se creo, nuestro ocio ha estado muchas veces supeditado a ser considerado como juguete en el peor de los casos o como un medio más de entretenimiento en el mejor. Eso permite que aunque catárticas, no necesitemos acudir a las obras más contemplativas ahora en boga, para obtener el mismo resultado, y que hasta el juego más contraindicado sirva como remanso de paz, si sabemos buscarlo.

¡Bienvenidos a los videojuegos como vía de escape!

domingo, 23 de mayo de 2021

Mis disculpas a Moonlighter


El tiempo pasa para todos. Una frase muy extendida que puede aplicarse a diferentes ámbitos de la vida, a diferentes tipos de ocios, e incluso objetos o reliquias catalogadas por algunos, en primera instancia como únicas o inmemoriales. En este caso concreto, es la mentalidad la que se ve afectada por el paso del tiempo, por la circunstancias e incluso por el propio interés y con ella cosas que antes podían causarnos desidia o malestar, ahora son fuente de alegría.

Es lo que me ha sucedido con Moonlighter uno de los trabajos de los chicos del estudio español: Digital Sun Games. En primera instancia, cuando pude probar la obra, no me convenció lo más mínimo, no era capaz de entrar en el ciclo de gestión, combinado con la exploración, no era capaz de ver ninguna virtud en esta obra que me tenía dando vueltas, sin ofrecerme nada a cambio, pero el quiz de la cuestión que en el par de horas que lo había probado, simplemente no había hecho clic, conmigo, algo estaba fallando en la ejecución o quizás en la presentación, así que, simplemente lo deje pasar y como tantos otros juegos lo olvide.

Pero tiempo después, casi por casualidad, volví a pensar en él, en la dinámica de la gestión de la tienda, en su mazmorreo y por inercia, en cuanto lo vi rebajado en formato digital, por lo que incluso con sus más y con sus menos; prácticamente tirándome a la piscina, decidí arriesgarme a darle una nueva oportunidad y esta vez, si que si, no me equivoque. Porque a veces necesitamos en el momento, en el contexto o con los ánimos adecuados para enfrentarnos a ciertos juegos y es solo en ese entonces cuando conseguimos conectar verdaderamente con ellos. Dándonos cuenta, que quizás nuestras primeras impresiones, estaban más erradas de lo que pensamos.

Y eso queridos lectores, es lo que hace un par de semanas me paso con esta obra y hoy os quiero trasmitir.

domingo, 16 de mayo de 2021

El símbolo de audiencia como motor del jugador

En sus más primigenios orígenes, aparte de ser considerados más juguetes que otra cosa, los videojuegos siempre han invitado al escapismo, han intentado atrapar al jugador con todo tipo de historias, épicas, situaciones o aventuras, centradas en él, en como debería desenvolverse. Todo dentro de un espacio limitado, más o menos angosto, pero siempre seguro e incluso superable, donde nada es imposible y a base de esfuerzo, memorizar sensibilidades, patrones o emplear la astucia, siempre se podía salir airoso, por muchas noches que nos quitaran de sueño o mucha ayuda se tuviera que pedir a amigos o a gurús del vasto internet.

Sin embargo, aunque con el tiempo, nuestra forma de acércanos al ahora "ocio electrónico" es muy diferente, hay una cosa que siempre prevalecerá en el modus operandi de las diferentes obras que nos presentan. Todas quieren dejar marca en nosotros, todas quieren ser ese espacio, que cuando dejemos, podamos echar la vista atrás con cariño, incluso con nostalgia, algunas incluso nos invitan a volver a ellas más de una vez, otras intentan que siempre permanezcamos en ellas de una manera u otra, o por lo menos todo el tiempo posible. En definitiva siempre querían hacer que ese mundo, esos personajes, esos retos e incluso esos gráficos o baladas, se sintiesen parte de nosotros, que hubiese una pertenencia real, más allá del simple desembolso de dinero, al obtener la obra en cuestión. 

Y para ello, una de las herramientas más utilizadas es un elemento que se conoce en la narrativa moderna como "Símbolo de audiencia". Figura que no solo se da en este nuestro medio, sino, en muchísimos más, pero que encontró su expansión o particular desarrollo en el mundo de los videojuegos, tan dependientes de las sensaciones y de la interacción directa del consumidor con la obra. Donde al hacernos participes de los diferentes elementos y situaciones que conforman al videojuego, incluso el menor de ellos, o el que carece de menos elementos narrativos, nos produce este sentimiento de posesión o conexión con el producto, usando por supuesto este recurso narrativo, como puente e incluso motor.