Aunque ya no escriba tan a menudo como antaño, lo cierto es que sigo en contacto con muchos compañeros del ámbito de la blogosfera gracias a la magia de Twitter; con ellos comparto todo de opiniones, sucesos y hasta en algunas ocasiones si me lo permitís diatribas hacia diversas malas praxis o momentos que son directamente para arrancarse los pelos. Como no podía ser de otra manera en una de esas ocasiones, estuve charlando con Suso (un feligrés y buen compañero) acerca de lo que ha supuesto para nosotros el ultimo trabajo de CD Projekt RED, como nos ha impactado, además de como ambos lo hemos dejado atrás, a raíz de ese debate empezó a aflorar una viejo tema, del que me parece que hemos hablado muy poco por estos lares. Hablo nada más y menos, de la experiencia que resulta abrazar los videojuegos u otros productos culturales en su debido momento.
Cada vez estamos más acostumbrados a que nos bombardeen con propuestas de toda índole, se nos invita cada vez más a estar atentos a algo un tiempo para pasar rápidamente a otra cosa sin darnos tiempo a disfrutar tan siquiera de lo que tenemos y no hablemos de lo que genera eso, pilas y pilas de juegos en stand-by ya sea de forma virtual o física. Pero como ya he dicho antes, en esta ocasión no voy a hablar del fenómeno del backlog, más que de pasada, para centrarme mucho más en lo que supone iniciar determinadas obras en determinado momento, respaldando en cierta manera ese viejo articulo que hice en colaboración con T.A Llopis y de paso expandir a la par que recordar, algunos de los conceptos mentados allí. Porque sí, sigo pensando que nuestra sensibilidad es a la hora de afrontar cualquier medio con una mínima antigüedad es vital, pero es mejor cuando te dejas de galimatías, te sueltas un poco la melena y dices las cosas de una manera más mundana...
Por eso dado que iniciamos esta etapa menos encorsetada, menos dirigida y más libre, que menos que aprovechar el momentum para generar un poco de contenido para este lugar, de una forma mucho más amena e improvisada, pero sin dejar de lado tampoco la calidad detrás o el buen tiempo invertido en escribir estas líneas, intentando dejar ese estilo tan único, sin ser tan denso.
¿Preparados para aprovechar el momento? ¡Porque yo sí!
No es descabellado el pensar que el nivel de atención medio de una persona es bastante más limitado de lo que nos venden a simple vista, ya que por mucho que aquello a lo que prestemos interés se expanda, no podemos poner el foco en todo lo que se nos pone delante de las narices. Y esto es algo que se aplica a todos los ámbitos de la vida, mucho más al ocio, donde como adelanté somos bombardeados con todo tipo de experiencias deseando de ser consumidas cuanto antes y que en principio dada su naturaleza nos invitan incluso a perdernos por ellas un determinado tiempo. Sin embargo muchos también somos caprichosos, por lo que a medida que descubrimos ciertas cosas, el mundo exterior nos va mandando y mandando muchas más actividades, intereses o productos con los que seguir ilusionados, mientras paulatinamente le vamos restando importancia, además de atención a con lo que ya estamos, generando situaciones, donde especialmente en el mundo del ocio electrónico, genera situaciones donde el material siempre se acumula, pero nunca termina de desaparecer, donde viene el próximo bombazo del año, mientras nosotros aún no hemos empezado ni siquiera el juego que compramos hoy y donde por supuesto no puede faltar todos esos añadidos de última hora, porque estaban tapados en su momento...
Esto consigue que entremos en una espiral donde o nos vemos obligados a consumir como locos o vamos haciéndolo a pildoritas, dosificando él qué y él cómo, a la hora de enfrentarse a determinadas historias, pero yo me preguntó: ¿Es lo mejor? ¿Debería sentarme con este título aunque sepa que no me va a gustar? ¿Qué hago? ¿Lo dejo y lo retomo? ¿O lo mando a tomar viento? Cada vez que tengo alguna de estas interrogantes, sé, que no es adecuado sentarme a los mandos de lo que sea que va a venir ahora, porque algo en mí, me está diciendo que el videojuego con el que intenté ocupar mi tiempo, no solo me va a hacer perderlo, si no, que además, me dejará o indiferente o directamente con mal sabor de boca. Lo más sorprendente que no es algo nuevo, pues no se a otros que me estarán leyendo, pero a mi es algo que me sucede desde niño, hasta los días actuales, solo que la diferencia con aquel entonces es que soy capaz de leer mejor las señales que por aquel entonces. Por supuesto para cualquiera que este pensando que entonces no debería haber adquirido la obra en primer lugar o que soy imbécil por ponerme a jugar a cosas que no me gustan, ni me van a gustar; si prestaron un poco de atención (que yo creo que no) que sepan, que por ahí no van los tiros exactamente. Es más, es sorpréndente la cantidad de juegos que he odiado en un primer lugar y ahora me fascinan. Uno de mis ejemplos más sonados sería Dark Souls que desde que lo completé pasó a estar en mí de top 10 de todos los tiempos, pese a jugarlo un par de horas, para posteriormente droppearlo, volviendo a él meses después.
Nos acostumbran a tenerlo ya, a consumirlo todo y pasar a lo próximo, a hacer ciertas cosas que no queremos obligándonos a ellas, nos llenan los ojos de promesas para que luego nos veamos forzados a comprarlas, incluso pese a todas las malas ejecuciones que tiene la industria, acabamos en muchas ocasiones pasando por el aro una y otra vez. Esto ha generado una situación, donde cada vez tenemos más videojuegos, pero no nos interesan realmente, combinada con la necesidad de limpiar fondo de armario, aún cuando esto no sea lo mejor ni para el juego ni para nosotros mismos. Cada vez es más común y más sencillo comprar videojuegos, pero cada vez es más molesto para muchos el simple acto de sentarse a jugarlos, por el hecho de que o no era el momento para adquirirlos o bien, aún queriéndolo no es el tiempo idóneo para consumirlo, y eso mis queridos lectores es algo que nunca nos han enseñado a afrontar ni como jugadores ni como consumidores y siendo una praxis que mientras genere ingresos a la industria ni le preocupa resaltar, mucho menos a muchos jugadores medios, que andan más preocupados del próximo lanzamiento, que todo lo que tienen actualmente o directamente dejaron atrás. Cuando a veces simplemente lo mejor es dejarse fluir, disfrutando del momento, porque sí, aunque este articulo podría derivar en uno acerca del consumo responsable, no es a lo que hemos venido y eso de paso ya lo conté cuando hable un poco del E3, evento en parte responsable de muchas de las malas praxis que arrastramos actualmente.
Pero volviendo al meollo, es sorprendente como van mejorando y readaptándose nuestros procesos mentales, con ellos toda nuestra percepción del entorno que nos rodea, como hay cosas que ayer nos resultaban infranqueables, mientras a día de hoy son parte indispensable de nuestra vida. Como existen cosas que nos horrorizaban hace unos años, pero ahora nos emocionan o incluso tenemos obras que cada vez que eran nombradas nos producían arcadas, pero ahora no podemos vivir sin ellas. Si veis un patrón es porque lo hay, no solo habló del propio cambio de mentalidad en sí, también que cuando se empieza a generar ese proceso en nosotros, cuando de verdad sentimos la necesidad de consumir determinadas obras, cuando le damos el verdadero espacio que merecen, pero sobre todo invertimos el tiempo que tanto el producto como nosotros mismos necesitamos, es cuando de verdad podemos hacer una conexión o incluso des-conexión genuina con aquello que estamos experimentando. Pero lo peor y es lo que muchos creen, no es algo que se pueda forzar, porque dependemos del momento indicado, sin él, por mucho que intentemos replicarlo, el resultado jamás será el mismo.
Por eso por mucho que el cuarentón de turno intente replicar las mismas sensaciones que tuvo la primera vez que sentó
con su Mega Drive y su bocadillo de Nocilla, a jugar el irregular
Golden Axe, jamás podrá igualar el mismo sentimiento, por mucho que intente simular la misma atmosfera. Y esto es a la vez la mayor y la peor de las bendiciones, porque nos permite afrontar una obra de distintas maneras, haciendo que esta pueda redimirse a nuestros ojos, pero de la misma manera, algo que nos maravillaba antaño puede convertirse en la mayor de nuestras pesadillas, porque nuevamente
el momento lo es todo a la hora de sentarse a experimentar un videojuego. Y dentro de este tenemos factores como nuestro estado anímico, nuestra situación personal, el espacio, combinado con el hardware que utilizamos, así como muchos más factores que os puedan venir a la cabeza. Eso hace que cerrarse a que una primera impresión sea buena o mala,
no sea el método más optimo más para juzgar a la obra en cuestión, al igual que los buenos recuerdos de hace lustros, nos acaban en muchas de las ocasiones haciendo más daño que bien, porque endulzan nuestra percepción de la realidad, empañando la visión sincera que podamos desarrollar hacia nuestros productos culturales favoritos, además de generarnos frustración cuando vemos que las cosas
no son exactamente como las imaginamos.
Debido a todos estos factores como consumidores, pero especialmente como jugadores, debemos aprender a escoger la situación idónea para empezar dichas obras, pero por encima de todo a no sulfurarnos cuando algo en primera instancia no es lo que esperábamos, se nos ha vendido como algo mayor de lo que en principio no parece ser o directamente hemos escogido el peor momento para darle un tiento. Tampoco es algo fijo, ni que se pueda respetar en el cien por cien de las situaciones, pero sin duda si afrontáramos los videojuegos de una manera más cercana a nuestras emociones, acabaríamos disfrutándolos más, además con un método mucho más sano para nosotros. A esto se suma todo lo expresado previamente de aprender a ir comprando y probando videojuegos, con esto tampoco quiero decir que lo que estoy intentando expresar sea el próximo mantra a seguir, pero si puedo decir sin miedo a equivocarme que cuando uno se para el tiempo necesario para escoger que comprar, pero sobre todo jugar es cuando de verdad disfruta de aquello con lo que está empleando el tiempo. Por supuesto una vez más, esto no quiere decir que tengamos que detenernos a degustar lentamente cada juego que pase por nuestras manos, exprimirlos completamente o superarlos varias veces seguidas en un corto plazo de tiempo con el fin de masterizarlos; a lo que me quiero referir, es que ya sea una obra de 30 minutos o de 50 horas, no llegaremos a estar conformes del todo con la misma en función de nuestro acercamiento.
Aunque si nos queremos poner aún más exquisitos, también influye como este organizado el contenido del producto en sí y si consigue ser lo suficientemente atractivo para la persona que esta a los mandos. Así como cual sea la finalidad para la que empezamos a transitar por dicho juego, porque no es lo mismo empezar un videojuego porque son deberes, porque ya lleva en la estantería un año o porque sin este no puedo pasar al siguiente de la lista o de una saga concreta, que hacerlo por el simple placer de disfrutarlo, porque nos apetece o nos ha vuelto a llamar. Rehilando lo anterior, lo mismo podemos aplicar a una experiencia con la que llevamos unas cuantas horas, pero en el proceso no ha conseguido capturarnos, quizás en ese instante no ha sido el mejor para sentarse a jugar, por diversos motivos, quizás lo que nos están contando, el desarrollo de los acontecimientos o bien la forma que tiene de lanzarnos la obra su jugabilidad no conecta lo suficiente con nosotros. Ya dependerá de nosotros como afrontar estos sentimientos, pero ya os digo que en el caso de muchos, la respuesta fácil de tirar la experiencia a la basura para pasar a la siguiente, o bien reciclarla por cuatro duros mal contados, esto aunque a corto plazo, no parece malo per se, acaba provocando arrepentimientos en el futuro, o al menos es lo que puedo decir que me pasa siempre a mí. Porque sí, los juegos van de emociones y si algo no nos termina de convencer, produciéndonos sentimientos encontrados o de desidia, lo mejor es aparcarlo de manera temporal hasta encontrar las ganas y el tiempo para retomarlo, pero deshacerte de él de forma permanente no es siempre la mejor solución...
Quizás sea solo yo, pero la historia que tengo ligada a cada obra va más allá del conjunto de la experiencia jugable, siendo la forma de adquirirla y las ganas por meterla de lleno en mi colección, un elemento más que conforma el conglomerado de sensaciones generales. Evidentemente una vez terminada la obra, hay que sopesar pros y contras, pero si tanto el camino a su obtención como su despliegue, son catastróficos es hora de decirle adiós, también sucede con títulos, que aunque tengan una anécdota interesante en su obtención, son horrendos cuando estoy jugándolos habiéndoles dado unas cuantas oportunidades previas, también es buena idea darles carpetazo. Sin embargo conforme crezco, mi pasión aumenta con mi edad, además del afán que supone descubrir nuevas obras que me inviten a sumergirme por completo en ellas; pero mi tiempo, capital y espacio son limitados, por lo que tengo que sopesar que ir adquiriendo, cuando y cómo, porque aunque sea selectivo, tampoco soy de aquellos que quieren haber malgastado la oportunidad de perderse determinadas historias, por una primera o segunda impresión negativa, más cuando tenemos el mercado, como lo tenemos actualmente. Por lo que él simple acto de ir acumulando e ir degustando cuando las ganas me acompañen se está convirtiendo en una praxis, en algunos sentidos negativa (la consideró así, por el acto acumulativo en sí y a lo que nos vemos apocados para hacerlo, por lo demás bien) pero que me esta curando mucho más en salud de lo que esperaba.
Y si veis que estoy metiendo imágenes previas de juegos que ya he comentado aquí, es nada más y menos, porque si no hubiese abrazado este modelo de mentalidad a día de hoy la sección de
"Mis disculpas a" no existiría, no me habría dando cuenta de que con su estilo tan único,
Kingdom Come Deliverance iba a ser un juego tan importante para mí, convirtiéndose en la experiencia que quise tener en la época de su lanzamiento, además del sucesor apropiado
del Oblivion, que siempre quise llegar a probar.
Moonlighter me decepcionó en sus primeras horas, la primera vez que lo caté y este año junto
con la voz de muchos podscasters se convirtió en el reclamo perfecto para muchas tardes aburridas, en las que Hades ya no era el protagonista. Incluso aunque no lo he mencionado aquí,
Blasphemous empezó dándome vergüenza ajena dada su ambientación, para acabar convirtiéndose en
uno de los pocos metroidvanias que he sido capaz de digerir este año sin querer tirarme por un puente (
Hola, Samus Returns) Lo mismo sucede con obras como
el segundo Street of Rage, algunos Ys, además de algún juego que me estaré dejando en el tintero (este año he jugado a tantos juegos que por desgracia muchos se me olvidan) Así que cerrarse puertas o decir de ese agua nunca beberé
también tiene que aplicarse al consumo de cualquier obra audiovisual.
Para cerrar ya, como ya he dicho en innumerables ocasiones tanto para esta reflexión como para otras, es que no pretendo sentar cátedra, cada uno puede hacer con sus medios lo que desee, jugar a lo que plazca, jugar como mejor le venga y sobre todo consumir como estime oportuno. Sin embargo es cada vez más común ver a múltiples usuarios de todas las edades, gastando capital con ilusión para ver destrozados rápidamente sus sueños, porque no jugaron el momento, lugar o con el hardware adecuado, para luego deshacerse del material que tanto les costó conseguir, para arrepentirse posteriormente, ya sea por el placer de realizar una revisita o para darle la tan ansiada segunda oportunidad que redimirá a la obra. A veces es mejor pensar las cosas dos veces e informarse bien, antes de comprar, pero si lo hemos hecho por ansia, impulso o incluso tras una ardua búsqueda y las cosas no salen como esperamos, no es el fin del mundo, pues no todo se resuelve en un par de veces y si hay tantas obras que se vuelven memorables, es porque entraron en el lugar y en el momento correcto de cada uno, ya que motivos de que esto sea así, hay tantos como personas.
Por lo demás si no me creéis o no estáis conformes con mis palabras, os recomiendo pensar en dos títulos, el primero que os venga a la cabeza en este preciso instante y otro que nos haga ni fu ni fa, jugad un rato al segundo y luego al primero, notareis que vuestro acercamiento a cada uno son radicalmente opuestos, siendo obras que habéis visualizado en un instante, imaginad cuando entran muchos más factores en juego, tanto de forma positiva, como negativa. Como todo, esto no es una ciencia exacta, ni yo soy un catedrático, probablemente me este dejando más matices, quizá existan determinadas pautas sociales o psicológicas que me este dejando en el tintero o incluso todo este escrito secunde algún tipo de teoría o análisis,
pero como esta reflexión es totalmente improvisada no puedo utilizar fuentes que me respalden como cuando hablé de
la violencia o
el FOMO. Pero aunque algunos piensen que me estoy echando flores o estoy comportándome como un pedante, nada más lejos de la realidad, porque mejor o peor expresado, estamos ante una de las situaciones más comunes en nuestro medio,
una que ha aflorado el droppeo masivo de títulos y las bajas estadísticas
en videojuegos completados en diversas plataformas, situación que tristemente va en aumento, cada año que pasa...
Ya sí, os invito que os guieis más por vuestras emociones, que no cumpláis deberes ni con vosotros mismos ni con nadie y que por supuesto en el próximo titulo en el que os zambulláis sea porque de verdad deseáis hacerlo. Porque estoy seguro que si lo hacéis, disfrutareis de cada videojuego, pero sobre todo de cada producto audiovisual como si fuera el ultimo.
¿Y vosotros a qué vais a jugar hoy?
Primero de todo, es un placer volver a leerte después de unas semanas de sequía, y más si nos traes un post de tan tremenda calidad y de un tema que no hace mucho hemos estado comentando.
ResponderEliminarComo bien indicas, el momento a la hora de ponerse con un título lo es todo. No siempre nos "sientan" las cosas de la misma manera, y en muchas ocasiones vale la pena darse un tiempo, dejarlo reposar y pillarlo de nuevo. Mi caso más reciente ya lo conoces, y haces mención a él. El otro también lo hemos comentado, Horizon Zero Dawn, un juego que me entró fatal la primera vez que lo puse, pero que terminó sabiéndome a gloria dos años después. Y esto no es algo nuevo, como a ti, cuando era crío también me pasaba.
Al final, lo de hacer limpieza de backlog no deja de ser, como bien apuntas, una mala praxis. Jugar a cosas porque "haya que jugarlas" en vez de porque nos apetece, es de todo menos sano cuando se trata de una afición cuyo máximo propósito es hacernos disfrutar.
Hasta aquí la parte en la que estamos de acuerdo porque obviamente, siendo yo, tenía que discrepar XD No estoy del todo de acuerdo en lo comentado utilizando de ejemplo a Golden Axe. Al menos en mi caso particular, me explico. Para mi jugar retro es casi como meterse en una máquina del tiempo. Ya sabes que para mi el concepto de "envejecimiento" no existe, y pocos son los juegos que se me han atragantado debido al paso del tiempo. En mi caso particular, si encuentro esas sensaciones de antaño cuando me pongo con un título antiguo. Como te decía, es casi como un retroceso en el tiempo. Sé que suena muy místico, pero es como me hace sentir. Pero vaya, que al fin y al cabo, es una sensación muy personal y puedo entender que no a todo el mundo le pase lo mismo. Ya sabes que soy un tío raro.
Tremenda reflexión Spi, me sorprende decir esto, pero bastante de acuerdo en todo (menos en el punto que te he rebatido XD). Y sobre a qué voy a jugar hoy, ya sabes que ando liadísimo con Nier Replicant, más concretamente con sus "apasionantes" secunadarias XD
Un saludo tío!
Muy buenas Suso, como siempre darte las gracias por tus palabras y por supuesto, decirte que se hace lo que se puede pese a tener poco tiempo.
EliminarEs natural, al final hay ciertas cosas que necesitan de determinados estados de ánimos, situaciones o lugares para poder disfrutarse como se debe y los videojuegos no son una excepción. Yo tengo un montón de obras aparte de las mencionadas, como el propio Horizon que tu dices, que no lo jugué hasta dos años después de su compra, que es cuando realmente lo disfrute, así con todo y es algo que nunca nos han enseñado a apreciar, porque consumir es lo más importante.
Básicamente, si solo compramos por impulso, luego cuando toca hacer limpieza de armario tienes de todo menos ganas, porque sabes que todo lo que has comprado realmente no te llamaba en un primer instante. Ciertamente no es algo que no pueda cambiar, pero depende de nuestra predisposición a ello, por lo que al final, es mejor ir comprando lo que se sabe que se va a disfrutar ya sea ahora o dentro de cinco, diez o veinte años, por poner un caso, porque si no, luego vienen los arrepentimientos.
Respecto a lo que comentas del punto de inflexión, ya sabes mi opinión, los momentos y las sensaciones son efímeras, por mucho que no nos guste. Se que tu no, por muchos hemos sufrido el castigo de la nostalgia, por replicar momentos que nunca volverán en vez de asumir que debemos vivir el ahora y que aquello que una vez sentimos no solo es pasado si no que además ha sido adulterado por nuestra propia mente, cosa que si aprendemos nos ahorraremos disgustos y viviremos los videojuegos o cualquier ocio, de otra manera. Aunque ya se que en tu caso es muy diferente, ya sea por propia percepción personal o porque llegaste en algún momento a esa conclusión.
Ni que tuviéramos que estar siempre en desacuerdo xDDD Por lo demás, nuevamente un saludo, gracias por pasar y que disfrutes del Nier (A ver cuando le doy yo al remaster) xDDD
Estoy de acuerdo en lineas generales con lo dicho en el post, pues he vivido (muy pocas veces eso sí, pero lo he hecho) eso de ponerme con un juego, llevarme una mala impresión y luego con el tiempo volver y ya disfrutarlo. Pero es como digo muy raro que esto me suceda porque lo normal es que no haya cambios. Es decir, si un juego no me atrae ahora, ya no lo hará, por lo que yo sí me acabo deshaciendo de él dado que su sola presencia, física o digital, llevará a mi mente esa idea cada vez que lo vea. Y si, por la razón que sea, cambio de parecer, ya me molestaré en buscarlo...
ResponderEliminarPor otra parte también quiero decir que a veces dejarse llevar por las emociones puede ser contraproducente cuando han sido estas las que han despertado nuestro interés por un juego pero luego, a la hora de jugar con él, esa emoción desaparece o, peor aún, se torna negativa al habernos topado con algo que acaba por no encajarnos de algún modo. Y sé bien de lo que hablo porque por desgracia también lo he vivido. Por suerte, como antes, también es algo que pasa muy pocas veces y lo que he disfrutado en su momento lo seguiré haciendo en el futuro... siempre y cuando no deje de sentir la emoción que me mueve a ello, algo que nuevamente también puedo ejemplificar.
Son las emociones las que nos hacen vivir las cosas de una manera o de otra y, en lo que se refiere a los videojuegos, nos permiten disfrutarlos o aborrecerlos. Y no tiene por qué ser un sentimiento inamovible, eso es verdad, pero pienso que lo habitual es que, si guardas buen recuerdo de algo, dicho recuerdo aflore si vuelves a vivir la experiencia que te lo produjo aunque, evidentemente, esta no pueda ser exactamente la misma porque nosotros tampoco somos lo que fuimos ni vemos por tanto el mundo de igual manera. Si al final hablamos de emociones y nos circunscribimos a estas, al menos en mi caso es así como sucede en la inmensa mayoría de casos aunque, como en todo y cómo he mencionado antes, hay excepciones.
Un tema no obstante muy interesante el que has tocado, Spiegel. A este respecto he de decir que yo lo tocaré muy pronto, aunque de otro modo. Muy buen post. Ah, y en cuanto a lo de a qué voy a jugar, pues no lo sé, la verdad. Ya veremos a qué le doy, dependerá de lo que me apetezca...
Saludos.
Buenas Emilio :D
EliminarEn primer lugar, creo que eso depende de cada uno al final, en mi caso personal, yo era como tu, que simple y llanamente si algo no me gustaba lo cogía y lo acababa desechando, pero si el tiempo me ha enseñado algo, es que al final es una mala idea, porque al final si te ha gustado mínimamente, o ha despertado algo en ti, vas a querer volver más tarde o más temprano a la experiencia, para estar en concordancia con los sentimientos ya vividos o bien hacer aflorar nuevas sensaciones.
En cierta medida estoy de acuerdo con lo que mencionas de las emociones, aun así considero que el ser humano está siempre en constante cambio y evolución, aunque ciertamente ese proceso se vea más lento conforme se tiene cierta edad, pienso que sigue persistiendo hasta el día de nuestra muerte, por lo tanto, no puedo decir que los sentimientos u emociones sean fijos y que algo que te gustaba hace años o no, no vaya a cambiar la próxima vez que se consuma. Es evidente que si hubo un sentimiento muy fuerte, puede que sus resticios permanezcan, pero no considero que sea inamovible, ni ahora, ni nunca, aunque claro, esa es mi percepción y como tu bien dices hay tanto casos, como excepciones.
Muchas gracias por tus apreciaciones, por pasar por aquí y por el debate Emilio. Nuevamente un saludo ^^